El colesterol son esteroles que se encuentran en los tejidos y el plasma sanguíneo. Funcionan como precursores de las hormonas esteroideas y las vitaminas solubles en grasa (A,D,E y K), y por eso son importantes para la salud. Vulgarmente se dice que hay dos tipos de colesterol: el “bueno” (HDL) y el “malo” (LDL).
El colesterol de lipoproteínas de alta densidad (HDL) es considerado “bueno” porque recoge el colesterol no utilizado y lo devuelve al hígado donde es eliminado, reduciendo así los niveles de colesterol en sangre. Cuanto más colesterol de este tipo se encuentre en la sangre, mejor. Aumenta con una dieta rica en fibras y baja en grasas, y con la práctica de ejercicios.
El colesterol de baja densidad (LDL) o “malo” es el que se acumula en las paredes de las arterias dificultando la circulación de la sangre al corazón y aumentando el riesgo de enfermedades cardiovasculares. El tabaquismo, el consumo de alcohol en grandes cantidades, la ingesta de alimentos ricos en grasas de origen animal y el sedentarismo son algunas de las causas del aumento del LDL.
Se ha comprobado en múltiples estudios, que el ejercicio puede disminuir el colesterol total (que es la suma del colesterol HDL y el LDL).
La alteración en los índices de colesterol provocada por la actividad física ocurre, porque durante el ejercicio aumenta la circulación sanguínea activando el flujo de sangre en las venas y las arterias. Eso evita que las grasas (los triglicéridos y el LDL) se instalen y se acumulen en las paredes de las arterias dejando al corazón protegido de uno de los factores de riesgo más peligrosos para las enfermedades cardiovasculares: la arteoesclerosis.
El mejor ejercicio
La realidad es que no hay un ejercicio mejor que otro, porque lo ideal -para tener continuidad y constancia-, es elegir el deporte que a cada uno le de más placer. Muchas veces optar por ejercicios que están de moda o que parecen más eficaces, puede no tener el mismo efecto que una caminata, si es que la persona no se siente a gusto durante la práctica.
Se necesita un equivalente a una corrida o caminata acelerada semanal de 13 a 16 km (si es más, mucho mejor). El efecto del ejercicio puede ocurrir entre 12 semanas y 6 meses.
El secreto: la constancia
La Organización Mundial de la Salud recomienda 30 minutos de actividad física la mayor cantidad de días en la semana,, y siempre reservando uno para el descanso. Ese tiempo también puede ser fraccionado a lo largo del día en tres secuencias de 10 minutos.
Independientemente del objetivo, ya sea perder peso, dejar el sedentarismo o mejorar los niveles de colesterol, el primer paso antes de empezar es hacerse un control médico, para encarar la actividad más adecuada.
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